Por fin llegaba el día. Era la hora de luchar contra todas las dudas y temores de semanas atrás. Esas semanas que me pasaba visitando al médico, al recuperador, con una resonancia de por medio, matándome la cabeza pensando en que no iba a llegar a la prueba en condiciones... Y como ya sabéis, al final infiltrándome y parando unos días a tan solo dos semanas de la maratón. Poco entrenamiento para lo que exige esta prueba. Y, es aquí donde te das cuenta realmente de lo que cuesta llegar a cumplir estas metas tan ambiciosas. No conozco a nadie que haga una maratón sin entrenar nada. La distancia te exige una mínima preparación y por eso tenía tantas dudas. Además de no estar en mi mejor momento personal en otros aspectos de la vida y que lo único que hace es restar. Son problemas añadidos en los cuales tienes que tomar la decisión de tirar para adelante y hacer que no puedan contigo. Recordar lo que hiciste y ver de lo que eres capaz. Siempre recordaré como caí en el primer Ironman, eso...